Preocuparse u ocuparse: 4 diferencias psicológicas

Preocuparse u ocuparse: 4 diferencias psicológicas entre ambas

Hablemos juntas de la diferencia sustancial entre preocuparse u ocuparse.

El caso de “Nuria”: los tentáculos de la preocupación excesiva en nuestra salud y nuestra vida

No paro de darle vueltas a todo lo que ocurre en mi vida. Y casi siempre me llevo los problemas a la cama porque no soy capaz de parar mi “centrifugadora mental”.

Ya desde pequeñita, descubrí con mi madre que lo mejor es ponerse siempre en lo peor. De alguna forma, creía que este planteamiento me protegía o me hacía más previsora ante los contratiempos.

Con cuestiones laborales o familiares entro en un bucle sin salida y soy consciente de que mi preocupación es excesiva, pero no sé cómo parar esos pensamientos tan fatalistas que van a toda pastilla.

En realidad, me desgasta mucho vivir en ese estado de preocupación constante y sufro por esta cabecita que no para de inventar y de prepararse para todo tipo de escenarios terroríficos.

Un catálogo de “Y si…” y preocupaciones diversas

  • ¿Qué pasaría si no les gustase mi presentación?
  • ¿Y si los resultados médicos son negativos y tengo un tumor maligno?
  • ¿Y si me llaman del cole para decirme que mi hija se ha caído?

¡Podría pasar cualquier cosa, vaya!

Sé que a veces me preocupo por cosas sin importancia y por trivialidades.

Realmente me encantaría dejar de preocuparme en exceso, pero siento que no puedo.

“Nuria”, 31 años. Profesora en Tenerife.

¿Qué opinas del testimonio de mi “consultante diamante”?

Cuando preocuparse está muy normalizada e, incluso, bien visto

¿Qué crees que está mejor visto: el supuesto “preocupacionismo previsor” o el aparente “pasotismo” de los que no se preocupan por nada?

Ante la duda, en nuestra sociedad muchas veces se prefiere, pecar por exceso que por defecto… Esto suele ser así porque al hecho de preocuparse se le suelen añadir características positivas como la responsabilidad, la competencia, el compromiso, etc.

En mi entorno y entre mis “terapiadas diamante” veo una tendencia creciente a la preocupación excesiva.

A la hora de afrontar los problemas en la vida e intentar progresar, en demasiadas ocasiones seguimos la estrategia menos productiva y la que más me agota: la de preocuparse en exceso.

día contra el cáncer. Me falta una teta

Déjame decirte que mi terapiada diamante “Nuria” no es la única que quiere reconciliarse con su preocupación, y, en particular, con la preocupación excesiva o preocupación patológica, uno de los procesos psicológicos más estudiados.

La preocupación excesiva se trata de una variable psicológica que, junto con la tendencia a la evitación emocional, contribuye, en gran medida, al inicio y mantenimiento de muchas dificultades emocionales, especialmente los trastornos de ansiedad.

En este artículo hablaremos sobre las diferencias entre las (pre)ocupaciones adaptativas y las preocupaciones más disfuncionales.

Veremos por qué y cuándo la preocupación excesiva dificulta nuestra adaptación psicológica y emocional. Aprovecharemos para deconstruir, en este punto, las supuestas ventajas de la preocupación.

Analizaremos también cómo, bajo la promesa de un rápido alivio emocional a corto plazo, la preocupación se vuelve ineficaz y contraproducente para el afrontamiento de las emociones y situaciones que nos generan malestar.


Ocuparse o preocuparse… esa es la cuestión

Veamos algunas diferencias básicas entre ocuparse y preocuparse. Según el diccionario de la RAE…

  • Ocupar es: “asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él.”

  • Por su parte, preocupar es: “Ocupar antes o anticipadamente algo.”

Ocupación y preocupación: intentos de solución ante las dificultades

La ocupación es la acción y el resultado de ocuparnos de algo. Se trata de una actitud positiva que aborda la resolución del algún proyecto, necesidad o problema.

A mí me gusta decir que, al ocuparnos, construimos, ya sea una solución o un proyecto. En cualquier caso, le damos una respuesta de avance a una circunstancia a gestionar.

¿Tú te ocupas o te preocupas?

La función adaptativa de la preocupación

Una cosa es preocuparnos por algo concreto que necesita ser atendido y abordado, dándole la necesaria prioridad.

Cuando pensamos en una situación incierta o desagradable, como no poder pagar el alquiler o que nos vaya mal en un examen o una entrevista de trabajo, nuestro cerebro se estimula. Esta estimulación cerebral puede llevarnos a resolver un problema o a que actuemos para mantenernos a salvo, lo cual es positivo.

Por ejemplo, ante una importante entrevista de trabajo, es normal estar activadas, y podemos aprovechar ese estado emocional, para preparar mejor nuestro currículum, informarnos más sobre la empresa o el sector, repasar nuestras fortalezas, etc. Todas estas son acciones que nos permitan mejorar y optimizar nuestras posibilidades de éxito.

En este caso estaríamos hablando de “ocuparnos” de aspectos sobre los que tenemos algún control.

Hasta aquí, ¿todo claro?


Claves rápidas para identificar la preocupación adaptativa, esencial en la correcta gestión emocional

Una preocupación saludable o adaptativa tiene las siguientes características:

  • Es objetiva, controlable y breve o limitada en el tiempo.

  • No tiene síntomas físicos.

  • Tiene un desencadenante identificable y se produce con temas concretos.

  • No afecta a nuestro funcionamiento psicosocial

  • Prioriza nuestra atención sobre un tema que exige prioridad inmediata, interrumpiendo el curso de nuestro comportamiento.

  • Permite nuestra toma de conciencia y la vivencia emocional de potenciales amenazas aún por resolver y en preparación.

  • Nos motiva a resolver los problemas o dificultades y a poner en marcha acciones adaptativas para reducir la amenaza.

En definitiva…

La preocupación saludable se caracteriza, por tanto, por llevar a la ACCIÓN.

Además, la preocupación saludable implica la resolución de los problemas cuando estos se encuentran bajo nuestro control.

Es, por tanto, una actitud activa, útil y resolutiva. Se encamina al afrontamiento del problema y a la búsqueda de soluciones.

¿Tú pasas a la acción o te enganchas en todos los peores escenarios posibles?

Otra cosa muy distinta sería enfocarnos e imaginar todos los peores escenarios posibles, reflexionando sobre posibles errores o acontecimientos y valorando probabilidades y futuribles. En definitiva, dirigiendo nuestra preocupación hacia aspectos sobre los que no tenemos control.


¿Cómo distinguir una (pre)ocupación adaptativa de una preocupación excesiva y disfuncional?

Preocuparse en exceso tiene un ingrediente muy llamativo en la ecuación

La diferencia, como siempre la marca el volumen y duración de esta estimulación cerebral… y el ingrediente crucial en esta ecuación es la presencia o no de OBSESIÓN.

En el ejemplo de la entrevista de trabajo, todos los “y si… (negativos)” que se nos ocurran tendrían este matiz de preocupación desadaptativa y obsesiva: ¿Y si no les gusta mi corte de pelo? ¿Y si prefieren a un hombre (o a una mujer para este puesto)? ¿Y si tengo un accidente, llego tarde y no se creen mis explicaciones?

En la vida NO todo está bajo nuestro control y NO existe el factor riesgo cero, pero como tú misma puedes comprobar…

La preocupación adaptativa se enfoca a la acción y la preocupación desadaptativa y obsesiva se limita a anticipar amenazas.

¿Qué es la preocupación excesiva?

Ya hemos dicho que lo que marca la diferencia, en el caso de la preocupación excesiva, es el ingrediente de OBSESIÓN… Cuando nos obsesionamos con un problema, cualquier tipo de preocupación deja de ser funcional.

La preocupación excesiva es una tendencia del pensamiento que dificulta nuestra adaptación y nuestro bienestar emocional.

Esta actitud errónea se caracteriza por ser excesiva, persistente, injustificada y perturbadora. Estas singularidades apuntan a las 4 diferencias psicológicas básicas entre preocuparse y ocuparse.

  • La preocupación excesiva es persistente porque no desaparece.

  • Es excesiva porque es mayor de la deberíamos experimentar en esa situación.

  • Es injustificada porque no es proporcional o ajustada.

  • Y es perturbadora porque nos genera malestar emocional y no nos ayuda a resolver ningún tipo de dificultad real.

La preocupación excesiva es un problema de actitud negativa que no aborda la solución al problema, sino que aumenta nuestro miedo al fracaso.

Preocuparte te absorbe el tiempo y la energía que te restan para la construcción real de tus proyectos o soluciones.

Al preocuparnos, destruimos, porque si nuestras bases parten del negativo, con el traje de “perdedoras por adelantado”, lo más probable es tener un desenlace negativo.

Y tú, ¿construyes o destruyes con tu actitud y tu gestión de dificultades o circunstancias? 😎 


¿Cómo funciona la preocupación excesiva?

El origen de la preocupación excesiva…

La preocupación excesiva brota, en realidad, como un intento previsor de solución, pero termina convirtiéndose en un grave error en la búsqueda del alivio emocional.

La intención inicial era buena pero la estrategia se nos va de las manos

El alto precio que pagamos cuando nos preocupamos en exceso…

Se trata, por tanto, de una pésima estrategia emocional que nos perjudica y reactiva nuestro malestar emocional.

¿Cuál es el límite de la preocupación excesiva?

Te recuerdo que la preocupación excesiva es una singularidad psicológica central en muchos trastornos emocionales.

El límite de la preocupación excesiva lo ubicamos en ese punto en la que nuestra (pre)ocupación, se carga de connotaciones negativa y nunca llega a resolverse de forma natural.

De esta forma pasamos a abrazar de lleno a nuestro pulpo de la preocupación real. Preocuparse deja de convertirse en un intento de solución de circunstancias para convertirse así en un problema real.

La persona normalmente se da cuenta de que su preocupación es exagerada, pero se siente indefensa, y comparte que no puede evitar sentirse atrapada por los tentáculos del pulpo de la preocupación.

Muchas personas “preocupacionistas” piensan que su patrón de preocupación está fuera de su control. Y, como consecuencia clara aparecen la sensación de estrés e inquietud.

Lo triste es que hay demasiadas personas que tienen preocupaciones excesivas, persistentes e injustificadas ante las circunstancias o retos del día a día.

Un aspecto relevante en la preocupación excesiva, desadaptativa o patológica, es la intensidad de la respuesta ante situaciones ambiguas y potencialmente amenazantes.


¿Por qué me preocupo tanto? 

Cuidado con la ansiedad y con esos pensamientos repetitivos y obsesivos detrás de las preocupaciones excesivas

La ansiedad que sentimos en este tipo de situaciones es tan elevada, que tiene más trascendencia y efecto sobre nosotras que el propio acontecimiento que la provocó. De esta forma, la ansiedad por el problema adquiere mayor dimensión que el problema en sí.

La propia preocupación excesiva pasa a ser considerada como la amenaza principal, contribuyendo a pensamientos de falta de control y sufrimiento, que alimentan nuestras emociones perturbadoras originales.

Ya sabemos que el pulpo de la preocupación tiene múltiples tentáculos en forma de pensamientos repetitivos y obsesivos.

Al hilo de lo anterior, la preocupación excesiva ocurre cuando nuestra mente se obsesiona con pensamientos negativos, resultados inciertos o cosas que podrían salir mal.

La preocupación sería, por tanto, el elemento cognitivo de la ansiedad. Para que ganes en claridad de una manera rápida: inicialmente la preocupación ocurre solo en tu mente, no en tu cuerpo.

Tal y como le ocurre a “Nuria”, en este caso se produce un bucle, donde la preocupación y sus efectos negativos se alejan de las situaciones concretas que los provocaron, dejándonos desorientadas y sufriendo síntomas de ansiedad de los que ya no podríamos identificar el origen.


Pincelada final sobre la preocupación excesiva

La reja psicológica para distinguir preocupaciones de ocupaciones

Al hilo de todo lo anterior, es hora de pasarle la prueba del algodón a tus ocupaciones y preocupaciones, para verificar si éstas pasan las cuatro rejas de:

  • Duración…

Si es puntual y desaparece, es ocupación.

Por otra parte, si ese pensamiento es persistente y no desaparece, es preocupación excesiva.

  • Volumen o intensidad…

Si tiene un volumen intermedio, es ocupación.

Sin embargo, si el pensamiento tiene un volumen altísimo es preocupación excesiva.

  • Grado de justificación o de ajuste a la realidad…

Si tiene base real y es justificable, es ocupación.

Si tu planteamiento mental no está justificado o no es proporcional a los hechos o datos reales sería preocupación excesiva.

  • Grado de bienestar – malestar emocional

Lo que está claro es que, cuando estamos preocupadas, no estamos “tan pichis”, sino que sufrimos malestar emocional.

Hasta aquí todo lo que quería contarte sobre las diferencias entre (pre)ocupaciones adaptativas y preocupaciones disfuncionales o excesivas. ¡Ya ves que preocuparse en exceso no es un chollo precisamente! 🙄 

final preocuparse

Por cierto…

¿Crees que preocuparse en exceso también deja secuelas en nuestra salud?

Sigue atenta a las novedades del blog Decídete ya y cambia, porque en nuestros próximos artículos abordaremos las consecuencias de la preocupación excesiva en nuestras vidas y en nuestra salud.


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¡Un abrazo enorme y hasta pronto!

Cris. Decideteycambia.

detalle-ola_cristina centeno

Soy Cristina Centeno, psicóloga y ahora «acanariada» feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. 

 

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