11 películas para comprender mejor la depresión

Las mejores películas sobre la depresión para entender este trastorno

11 películas recomendadas para comprender mejor el mundo de la depresión a partir del cine

No es la primera vez que hablamos de depresión…

Gráficamente te resumo el contenido de uno de nuestros últimos artículos: Día Mundial de la Lucha contra la Depresión: conoce las claves para cuidar y priorizar la Salud Mental

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Para terminar de ganar en claridad sobre la importancia de la salud mental, en el apartado de “recomendaciones crispiles”, hoy quiero compartir contigo varias películas que nos ayudan a entender mejor los síntomas y efectos de la depresión en nuestras vidas.

En el mundo del arte, el cine, la música y el arte en general, como en la vida, no todo es optimismo y felicidad. Existe una enfermedad mental que puede confundirse con tristeza y melancolía, pero es mucho más severa.

Varios cineastas suelen contar historias duras y realistas con personajes que atraviesan estos estados de ánimo, y muchas veces obtienen producciones memorables.


Hoy hablaremos de varias películas sobre la depresión para entender mejor este trastorno

La depresión es seguramente el trastorno psicológico más conocido en la cultura popular, por eso no resulta nada extraño que existan infinidad de libros, obras de teatro y películas en los que el protagonista o uno de los personajes está pasando por este problema.

A continuación, veremos 11 películas muy conocidas, en las que podemos ver una radiografía de la depresión, ya sea desde un enfoque de vulnerabilidad emocional y desesperanza en primera persona o bien desde un encuadre cómico pero riguroso.

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Revolutionary Road (2008), de Justin Haythe

Leonardo DiCaprio y Kate Winslet alcanzaron la fama como la pareja de Titanic. Años más tarde volvieron a coincidir en otra película sobre un hundimiento, aunque más metafórico Revolutionary Road. 

Revolutionary Road vomita el aspecto negativo del estilo de vida estadounidense y nos recuerda que la frase “Vivieron felices y comieron perdices” sólo se aplica a los cuentos de hadas. 😎 


Tres colores: Azul (1993), de Krzysztof Kieślowski

El polaco Kieslowski se inspiró en los tres colores de la bandera francesa para componer una trilogía sobre los personajes y sus relaciones.

La película Blue es una profunda excavación de un alma rota. Juliette Binoche interpreta a Julia, una mujer que acaba de perder a su marido y a su hija en un accidente. Un intento de suicidio es apenas el inicio en un estado de depresión que la lleva a alejarse de sus amigos, a abandonar su vida anterior, a aislarse.

Con recursos calculados y silencios para darle credibilidad al delicado ánimo de su personaje, el director nos sumerge en la cabeza de Julia.


A propósito de Schmidt (2002), de Alexander Payne

Jack Nicholson siempre ha brillado interpretando a personajes con diversas patologías. En “A propósito de Schmidt” interpreta a Warren Schmidt, un hombre recién jubilado, que comprende que su vida es puro vacío e insatisfacción. Todo empeora con la muerte de su mujer y la inminente boda de su única hija.

Esta comedia dramática, que nos invita a acompañar al protagonista en un viaje físico y espiritual, muestra la depresión en la tercera edad, cuando la rutina laboral queda en el pasado y la soledad parece inevitable, ante la desorientación por la pérdida de horarios y objetivos a corto plazo.


Las horas (2002), de Stephen Daldry

Ya sabemos que la depresión no discrimina épocas ni ámbitos. Así queda demostrado en la trama de “Las horas”.

Basada en la novela de Michael Cunningham, esta película presenta a tres mujeres del siglo XX que, sin estar relacionadas de forma significativa, ni conocerse físicamente, ni tan siquiera vivir en la misma época, están conectadas por una novela Virginia Wolf y por diferentes clases de depresión.

Las horas nos permite entender el alcance y las consecuencias de distintos grados de depresión y de malestares emocionales que, en demasiadas ocasiones, sólo se destapan después de un intento de suicidio.


Los Tenenbaums. Una familia de genios (2001), de Wes Anderson

Royal Tenenbaum (Gene Hackman) y su mujer Etheline (Anjelica Huston) se han separado. Sus tres hijos, quienes tienen carreras brillantes, vuelven a casa para pasar una temporada, porque su padre ha anunciado que padece una enfermedad terminal.

Los recuerdos de los tres hermanos son amargos, dado que recuerdan que muchas desgracias e infortunios se relacionan con su padre, al que consideran el principal responsable de sus desgracias.

La trama mezcla comedia y drama para ilustrar la depresión que atraviesa este grupo de adultos a raíz del recuerdo de episodios del pasado, y cómo tienen la oportunidad de sanar sus heridas emocionales y (re)encauzar sus vínculos.


Interiores (1978), de Woody Allen

Esta película también toca también una temática seria e introspectiva relacionada con las heridas de la infancia y los conflictos personales e intrafamiliares no resueltos que derivan en cuadros de depresión.

La historia tiene como protagonistas, por una parte, a tres hermanas adultas afectadas por una crianza fría e intelectual en un marco de padres separados y, por otra, a su madre, una señora tan sofisticada como difícil, que también carga con su propia depresión. 

La trama, además de explicar lo que es la depresión y el mundo distorsionando que acaba percibiendo la persona deprimida, habla de los conflictos que pueden desarrollarse en nuestra relación con nuestros seres queridos.

Por cierto… Para tu reflexión te digo que el nombre de la película no es aleatorio. Se contrasta muy fuertemente el significado de nuestros espacios internos con los externos.


Melancolía (2011), de Lars von Trier

Y, si hay un director especializado en diseccionar las angustias humanas, ese es Lars Von Trier.

En esta película de ciencia-ficción, Von Trier toma una de las clase de depresión más severas, y lo hace dentro de un marco apocalíptico, cargadísimo de incertidumbre y ansiedad.

Repitiendo su costumbre de mezclar lo descarnado y lo onírico, Von Trier cuenta cómo el inminente fin del mundo afecta a un grupo de personajes; sobre todo, a dos hermanas en diferentes momentos de su vida y con respuestas de lucha o pasividad muy diferentes.

Tanto Von Trier como la actriz Kristen Dunst justificaban su fuerte conexión con los personajes porque ambos habían padecido depresión.

Melancolía compone la que Von Trier definió como la Trilogía de la Depresión, que completan Anticristo y Nimphomaniac. Experiencias capaces de despedazar nuestro propio estado anímico y, por momentos, hacernos perder la fe en la alegría de vivir y el género humano, pero con audacia artística, eso sí.


Las vírgenes suicidas (1999), de Sofia Coppola

Otra película de la actriz Kirsten Dunst que también tiene la depresión como uno de los temas centrales es “Las vírgenes suicidas”, la incómoda y a la par elegante ópera prima de Sofia Coppola, basada en la novela de Jeffrey Eugenides

Esta película ambientada en los años 70, tiene como eje a las cinco jóvenes hermanas Lisbon. La familia vive en aparente armonía hasta que una de ellas, Cecilia, se quita la vida.

Cuando la hermana menor se suicida, un aura pesada cae sobre la familia y el vecindario.

Las jóvenes, recluidas en el marco de una familia religiosa y muy represiva, se vuelven figuras fascinantes para un grupo de chicos; los únicos que pueden captar sus pesares. 


Gente corriente (1980), de Robert Redford

La película Gente corriente, dirigida por Robert Redford, muestra una radiografía de una familia de clase media que se ve drásticamente alterada por un accidente que involucra a sus dos hijos.

Buck, el mayor, muere; Conrad, el menor, sobrevive, pero ya no vuelve a ser el mismo. Arrastrando una depresión, trata de suicidarse y aunque, debería recibir ayuda psicológica, no logra contar con la contención oportuna de sus padres (ya sea por indiferencia o por negación ilusa de la dificultad). 

Redford acierta en plasmar los efectos de la depresión no sólo de un adolescente que carga con la culpa de una tragedia, sino de toda la familia.

La trama nos confirma que cualquiera de nosotras, gente como tú y como, ante un incidente crítico que rompe nuestra musculatura emocional, podemos caer en la depresión.

También refleja que algunas personas, como los padres de esta trama, ocultan el dolor con actitudes diferentes, lo que termina obstaculizando la comunicación entre ellos y cualquier recuperación funcional de un trauma.


Un ángel en mi mesa (1990), de Jane Campion

Esta película es una adaptación de la autobiografía de la escritora Janet Frame.

Nacida en una familia pobre y muy numerosa, Janet tuvo una infancia y una adolescencia marcadas por diversas tragedias. Desde muy pequeña empezó a sentirse diferente de los demás y tras la muerte de sus dos hermanas, entra en una profunda depresión

Fascinada desde su infancia por la poesía, logró entrar a la universidad para estudiar pedagogía. No obstante, tras un intento de suicidio y un diagnóstico equivocado de esquizofrenia, estuvo internada una institución de salud mental durante ocho años.

Tras ser diagnosticada equivocadamente de esquizofrenia, se le aplicó terapia electroconvulsiva. Y sólo logró evitar que le hicieran una lobotomía gracias a su firme propósito de escribir y a la publicación premiada de su primer libro de poemas.

Consiguió salir del centro de psiquiatría y continuó escribiendo, teniendo una brillante carrera y convirtiéndose en una de las más admiradas escritoras de cuentos y poesía de Nueva Zelanda. No obstante, el pulpo de la depresión no se apartaría de ella tan fácilmente.

En esta trama, la directora, Jane Campion, nos propone un viaje a la mente de la escritora y apuesta por la imaginación como un mecanismo de defensa y supervivencia frente al horror.


Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese

Ya, por último en este repaso de películas que nos ayudan a entender mejor la depresión, nos toca hablar de un clásico en forma de peliculón.

En Taxi Driver, quien padece la enfermedad es Travis (Robert de Niro), un ex combatiente de Vietnam. Sus problemas con el insomnio lo llevan a trabajar como taxista en una Nueva York nocturna, decadente, peligrosa. 

Los tormentos de Travis se perciben como reales porque su fuente de inspiración fue real.

En los años 70, el guionista Paul Schrader fue abandonado por su pareja y terminó en situación de calle, sin recursos, sin reconocimiento profesional en el cine y sin red de apoyo.

Con todos estos indicadores de riesgo, Schrader desarrolló una depresión maníaca. Pasaba el día viendo pornografía, bebiendo y jugando con armas de fuego.

Contra toda lógica, de este guiso de vulnerabilidad salió un guiso extraordinario y resiliente.

En sólo 5 días, Shrader escribió un guion sobre un individuo tan solitario como él, que se siente al margen de la sociedad, pero que al mismo tiempo busca compañía y pretende erigirse como una especie de héroe suburbano. El resto es historia. 

Al margen de su condición de clásico, Taxi Driver es uno de los mejores ejemplos de cómo el cine le dio visibilidad a una enfermedad tan silenciosa y devastadora como la depresión.

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Todas las películas hacen hincapié en una premisa básica a tatuar… no hay salud sin salud mental.

De momento, cerramos aquí este artículo dedicado a las mejores películas sobre la depresión para entender mejor este trastorno.

Un abrazo y mucha salud mental para ti, hoy y siempre.

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Soy Cristina Centeno, psicóloga y ahora «acanariada» feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. 

 

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