«¿Cambio de trabajo o no?» Las claves para decidirte

Cuando no sabemos si cambiar de trabajo o no…

Descubramos juntos claves de elección y acción que mejorarán tus decisiones y tus cambios laborales. 

Déjame que te ayude mostrándote el trabajo en consulta con un caso real. Veamos juntos la decisión laboral de María.

Elementos y pasos de la travesía para elegir la mejor alternativa posible y cambiar

¿Cuántas veces has esperado que una persona te facilitase la respuesta a tus decisiones? ¿Deseas que la verdad-verdadera venga del exterior como una solución mágica a tus quebraderos de cabeza? 🙄 

Sería genial que pudieses ver, desde tu silloncito, una película, al estilo de Las vidas posibles de Mr. Nobody, que te mostrase cómo sería tu vida tomando las dos alternativas. De esta forma, podrías comparar una al lado de la otra y decidir cuál te gusta más, minimizando riesgos y posibles arrepentimientos.

Lamentablemente la vida no es así y los decisores y camaleones, con un claro manejo del liderazo personal, lo saben de sobra. Tienes que aprender a arriesgarte y tomar decisiones basadas en cuál es la alternativa más coherente o cercana a tu proyecto vital.

Ya lo hemos visto… Tomar decisiones no es algo fácil, así que es mejor que te conectes con tus ilusiones y objetivos de partida y que aprendas cómo elegir bien.

En este punto, entendemos que ya nos hemos despedido de la molesta apatía. Ya hemos aclarado nuestros valores, objetivos y propósitos de partida, y que nos hemos conectado con la ilusión como motor, así es que es momento de afrontar el resto del proceso.

*Imagen de Silvio Zimmermann en Pixabay


Recopila los datos necesarios para diagnosticar y definir la situación que te demanda una decisión, con la claridad de lo que quieres conseguir.

En esta fase definición y formulación, busca un lugar tranquilo y tómate tu tiempo para analizar objetivamente las causas y las consecuencias de tu situación problema y evalúa su importancia. Reconoce la situación problema o la dificultad inicial y aclara lo que deseas conseguir exactamente con esta situación.

Si la dificultad o importancia de aquello que tienes que decidir es alta, busca un lugar tranquilo, donde puedas pensar con claridad (mental y emocional). Incluso puedes ir a algún lugar que personalmente te calme, como una playa, la montaña o el lugar que te inspire más tranquilidad.

A mí me encanta caminar por la Selva Negra y aprovechar la altura del Altes Schloss, para tomar distancia, calmar mi mente y ganar en claridad al contemplar diferentes alternativas.

*Imagen 2 de analogicus en Pixabay 

Un caso práctico… La frustración de María y su decisión laboral

guia decisionesSabemos que los macacos, al igual que las personas, son capaces de analizar paso a paso las decisiones que toman, de evaluar gradualmente sus propias acciones y los factores externos, al analizar los éxitos y los fracasos, y pueden además modificar sus elecciones de cara al futuro.

No hemos tenido oportunidad de acompañar a ningún macaco en su proceso de toma de decisiones, pero pensemos en “María”, por ejemplo…

Nuestra paciente María acudió a nuestra consulta en Madrid porque no se encontraba a gusto en su trabajo y necesitaba tomar una decisión. Llevaba un tiempo desmotivada, desconectada del contenido de su trabajo y no tenía fuerzas ni ilusión para levantarse de la cama y afrontar un nuevo día de trabajo. María se movía en las arenas movedizas de la apatía

Pasos de la toma de decisiones laboral

El primer paso que seguimos juntas fue definir, de forma concreta, qué causas o qué aspectos eran los que la hacían sentir a disgusto en su mapa laboral de partida, por ejemplo: su bajo salario, el mal ambiente laboral, el número excesivo de horas de trabajo, la escasa conciliación familiar, etc.

También estuvimos reflexionando sobre el grado de importancia que tenía esta situación laboral, en función de la forma en la que esta parcela le restaba satisfacción o afectaba su vida cotidiana. En este caso, la balanza estaba claramente descompensada y sentía el trabajo como una losa. Las consecuencias eran claras: estado de ánimo muy bajo, con tristeza, ansiedad, apatía, rumiación y preocupación constantes, dificultades para conciliar el sueño, falta de apetito y dolores diarios de estómago, etc.

Estaba claro que la situación demandaba una toma de decisiones urgente y no podíamos esperar a que el estado de ánimo de María mejorase. Animamos a María a fijar un plazo concreto para abordar la decisión, y fijamos un plan de acción con tiempos y fechas límites bien definidas. Para eso era crucial que, dejando a un lado la impulsividad, nuestra protagonista tomase distancia y tiempo antes de decidir.

También ayudamos a María a mejorar su capacidad de priorizar y calendarizar mejor sus responsabilidades, así como sus placeres primarios y secundarios, dedicando un tiempo específico en su agenda para organizar sus prioridades, e impidiendo, siempre que fuera posible, que las cosas o los fuegos urgentes se apropiasen del tiempo de sus prioridades.

En este punto, intentamos entrenar la musculatura psicológica de María, para poder atravesar y surfear con fluidez las emociones negativas del proceso: como el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, etc. En este punto, el deporte y los paseos en bici fueron elementos clave para bajar revoluciones y poner a su mente y a sus emociones trabajando a su voluntad.

*Imagen de Robin Higgins en Pixabay 


Genera alternativas.

El siguiente paso de la travesía implica ponernos el sombrero de la creatividad y el pensamiento lateral, soltando nuestra imaginación y escribiendo la mayor cantidad y diversidad de alternativas de respuesta para aumentar la probabilidad de encontrar la más adecuada. La regla de oro del brainstorming o lluvia de ideas es aplazar toda crítica de las distintas alternativas hasta la siguiente etapa.

Normalmente pensamos en nuestras decisiones como si fueran binarias. Perdemos mucho tiempo tratando de decidir si tomar o no una acción. Al pensar en nuestras decisiones como algo binario — blanco o negro — nos estamos perdiendo de las mejores alternativas.

Si alguna vez te encuentras en esta situación, considera que hay una serie de alternativas para ti. Para evitar la parálisis ante una decisión, es mejor que no limites tus opciones artificialmente y te des por perdedor por adelantado.

Pensemos en algo simple; una decisión sencilla de fin de semana: ¿Debería de ir a la fiesta de unos amigos el sábado, o no?

Está claro que esta decisión no está considerando las alternativas de tener varias opciones. Sólo son un voto en contra o a favor de una sola opción.

La decisión sobre ir a una fiesta o no, podría simplificarse mucho si consideramos que también podemos ir al cine, ver un partido o salir a correr.

Para salir de la visión binaria también deberías considerar el “costo de oportunidad” de la decisión. Es decir, el análisis de lo que estamos ganando y lo que estamos perdiendo o sacrificando para tomar esta decisión. La simple idea de poder tener más opciones nos permite tener una mejor toma de decisiones.

Así mismo, en muchos casos de «atoramiento«, terminamos tomando una decisión basada en el menor riesgo, por miedo o vagancia, ante la incapacidad de contemplar bien las ventajas e inconvenientes de cada alternativa. Recuerda que, en muchas ocasiones, esa alternativa “menos riesgosa” no te llevará al puerto que más deseas.

Para abrir tu mente a nuevos caminos y posibilidades, pregúntate también: ¿Qué es lo haría si no tuviera miedo?

María con el sombrero de la creatividad y el pensamiento lateral

En esta etapa, ayudamos a María a pensar cuáles eran las alternativas y opciones reales disponibles para solucionar su situación-problema, animándola a ampliar sus opciones, a revisar sus suposiciones previas y a construir pensamientos y alternativas diferentes que supongan sobrevolar la archiconocida zona de comodidad.

Entre los intentos de solución-elección podíamos destacar las siguientes acciones y cambios: hablar con su jefe e intentar negociar un cambio de condiciones; reestructurar sus distorsiones, relativizar y enriquecer su vida privada para sobrellevar mejor la situación; abandonar el trabajo a las bravas; ir buscando otro trabajo mejor, en paralelo, sin dejar el puesto actual, etc.

guia decisiones

A simple vista, ya vemos que no todas estas alternativas serán un buen sustento para tomar una decisión inteligente.

María compartió con nosotros que todo el mundo en su entorno tenía algo que decir sobre su elección final. Ayudamos a María a definir y discriminar criterios válidos y criterios “estafadores” (tanto propios como ajenos), ahuyentando a los «opinólogos» generales y optando por pedir opinión a alguien de confianza que pensase de una manera diferente, pero coherente, para abrir su panorama de opciones.

*Imagen de Arek Socha en Pixabay


Toma la decisión que tenga asociado el mayor número de ganancias y el menor número de pérdidas, a medio y largo plazo.

Sin perder de vista que no existe la alternativa perfecta, será fundamental encontrar alternativas para evaluar todas las opciones en el presente y el futuro.

Evalúa ahora las diferentes alternativas considerando sus pros y sus contras para ir descartándolas poco a poco y así quedarte con la que te parezca mejor. Recuerda también que cuando tus decisiones están en un conflicto con tus valores, debes identificar y recuperar tus prioridades.

Es más, este es el momento ideal para usar el método 10-10-10, una estrategia básica de autoconocimiento que contempla las consecuencias de cada una de tus alternativas para ampliar la perspectiva y considerar más variables.

Te aseguro que cuando tienes en cuenta el resultado a largo plazo (dentro de 10 meses y 10 años), comienzas a tomar BUENAS decisiones.

Por ejemplo… Quizás en este momento no te apetece hacer ejercicio y comer más sano, pero si en 5 años quieres verte con buena salud y sentirte cómodo en tu pellejo, tomarás la decisión de movilizarte y de hacer todo lo necesario para necesario para lograrlo. Esto significa que, tal vez, tengas que posponer un poco tus deseos de atiborrarte de chocolate y proyectarte a largo plazo.

Tal vez, como en el caso de María, tengas que elegir ahora lidiar con un trabajo que no te gusta, porque ese trabajo te podría reportar el dinero suficiente para montar tu propio negocio en el futuro.

Lo bueno de pensar a largo plazo, es que sobrevuelas la apatía, y comienzas a disfrutar y valorar aquellas actividades que, sin un motivo mayor, serían tediosas.

Cuanto más grande y motivadora sea tu visión a largo plazo, mayor será tu disfrute.

*Imagen de Free-Photos en Pixabay 

María haciendo balance de la alternativa con mayores beneficios asociados a medio- largo plazo

En esta etapa, ayudamos a María a realizar, sobre el papel, un análisis objetivo de cada una de las opciones anteriores. Por ejemplo, en la opción “dejar el trabajo a las bravas”, las ventajas inmediatas eran claras: reducir su ansiedad, eliminar rápidamente el malestar, tener disponibilidad absoluta para buscar otro trabajo, etc.

Pero también hicimos un esfuerzo por valorar los inconvenientes asociados (a medio y largo plazo): encontrarse en situación de desempleo, no tener ingresos durante un tiempo indeterminado, quedarse sin derecho a prestación y finiquito por abandono voluntario… Este es el punto crítico en el que María tuvo que realizar un balance entre las ventajas y los inconvenientes de cada alternativa de solución que había planteado en la fase anterior.

Tuvimos oportunidad de acompañar a María en su mar de pros y contras y de retomar con ella cuál sería el impacto de cada una de las posibles alternativas de decisión y cómo se sentiría en un plazo inmediato de 10 minutos, dentro de 10 meses o cómo recordaría esa elección laboral y vital dentro de 10 años.

*Imagen de ElisaRiva en Pixabay 


Aterriza y verifica la decisión con las acciones y los cambios precisos

Tu decisión no será buena hasta que hagas algo real con ella. A tu decisión le tiene que seguir tu acción y tu cambio, de lo contrario no sirve de nada. Así que cuando ya has tomado una decisión es hora de actuar. Ésta es la única manera de comprobar si la elección funciona o si tienes que modificarla.

Es momento de aplicar, con coherencia, la alternativa elegida y comprobar si los resultados coinciden con los que te habías planteado.

Necesitas aplicar tu total compromiso y voluntad para articular tu elección y darle seguimiento continuo.

María decidiendo y pasando a la acción…

María finalmente decidió no dejar su trabajo inmediatamente. Eligió su mejor actitud, buscó un aliado y un apoyo emocional en su equipo de trabajo, y le sacó todo el jugo a su “trabajo de tránsito”. Mientras gestaba su plan B, ella optó por realizar un master de marketing digital y, pasado un año y medio, pudo dejar su trabajo y emprender con unas bases sólidas. Ahora sólo se queja porque está muriendo de éxito con la sobrecarga de clientes y proyectos, pero se siente feliz y satisfecha con su decisión.

Salta y cambia

*Imagen de Melissa Angela Flor en Pixabay 


¿Y si la decisión no funciona?

Si has seguido todo el proceso, la decisión será buena, al margen de los resultados. En ocasiones, no obtenemos el resultado que esperábamos o deseábamos, y tampoco suele ser el fin del mundo. Un resultado inesperado o que parece negativo, (casi) nunca será una tragedia, porque (casi) nada es irreversible: (casi) todo se puede hacer y deshacer.

En la vida no hay garantías de nada y no hay elecciones 100% seguras y eficaces. Somos seres falibles haciendo las cosas lo mejor que podemos y sabemos con la información que tenemos a nuestro alcance a día de hoy. Así que, haciendo elogio de la imperfección, sé compasivo/a contigo mismo/a y no renuncies a tu derecho a equivocarte tomando una decisión.

Al margen de que los resultados no siempre coincidan con tus expectativas iniciales, introduce, si es preciso, los cambios pertinentes y proyéctate en el futuro pensando en un plan B, C, D, E… (tendrías de margen hasta un plan Z, si me apuras) para lograr llegar al puerto que deseas.

Nunca hay garantías de éxito al afrontar decisiones importantes y difíciles, pero, ¿y si, como diría Woody Allen, la cosa funciona?

*Imagen de Ryan McGuire en Pixabay 


Para concluir…

Cuando nos enfrentamos a las decisiones difíciles, muchas veces nos podemos sentir presionados intentando equilibrar la mejor alternativa para nosotros y la forma en la que esta elección puede afectar nuestra decisión a las personas que nos rodean.

No te engañes: nadie podrá darte esa respuesta como por arte de magia y tampoco será posible complacer a todo el mundo con tus decisiones.

La única clave que se me ocurre para salir de este embrollo es hacernos plenamente responsables de nuestras decisiones y aprender a convertirnos en personas artesanas de nuestro propio rumbo vital, al margen de que nuestras decisiones serán acertadas y otras, equivocadas.

En definitiva, tomar decisiones difíciles nunca va a dejar de ser complicado, pero espero que estos pasos y el caso de María puedan ayudarte a aclarar un poco tus ideas cuando te encuentres en una situación en la que no sabes qué decisión tomar.

*Imagen de Arek Socha en Pixabay 

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Ahora te toca a ti:

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Como siempre, gracias por estar ahí y leerme.

Un abrazo,

Cris #decideteycambia.

*Imagen principal de engin akyurt en Pixabay  

Soy Cristina Centeno, psicóloga y acanariada feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar y, sobre todo, a liderar la vida que realmente quieres y mereces.

 

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