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Tenemos que hablar de los costes psicológicos más ocultos de la guerra en Ucrania
Ya te adelanto que el post de hoy de Decídete ya y Cambia tendrá un tinte diferente.
Hoy quería hablarte de bienestar emocional pero, como diría Lennon la vida es que te pasa mientras tú haces otros planes…
Así que hoy, por responsabilidad individual y social, quiero y debo dedicarle unas palabritas a la reflexión sobre el drama vital que millones de vecinos y personas inocentes están viviendo en Ucrania.
Ayer amanecíamos con noticias muy tristes de una guerra absurda en Ucrania, en pleno siglo XXI… Escenas de una guerra con tintes de haber retrocedido al menos un siglo en el tiempo.
Ayer nada más encender el móvil para ver las noticias del día, descubríamos que Vladimir Putin lanzaba una guerra relámpago en Ucrania sin razón o pretexto.
Y mientras Rusia se decide a entrar en razón y a negociar el fin de la guerra con las autoridades ucranianas, mucha gente sobrevive asustada, angustiada y desesperada, con uno de los dilemas o elecciones vitales más complejas: ¿quedarse o huir?
Los peajes silenciosos de un conflicto bélico: el trauma psicosocial y el suicidio
Seguro que has oído hablar de la Teoría del trauma psicosocial de la guerra. Al hilo de lo anterior…
Para el psicólogo social, Ignacio Martín-Baró (1990), la guerra genera un trauma psicosocial en los seres humanos que han habitado el escenario de un conflicto bélico.
Podemos definir el trauma psicosocial de la guerra como la cristalización traumática en las personas y grupos de las relaciones sociales deshumanizadas.
Los ingredientes del trauma psicosocial de la guerra
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El trauma psicosocial experimentado por las personas deriva en relaciones sociales enajenantes, que niegan el carácter humano del “enemigo”, al que podemos rechazar como interlocutor válido y al que, incluso, buscaríamos destruir.
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La polarización social es otra de las secuelas claras de un conflicto bélico, y tiende a la somatización.
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Por su parte, las mentiras institucionalizadas precipitan problemas de nuestra identidad.
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Y la violencia abocaría a una militarización de nuestra mente.
A nivel individual la guerra supone cambios cognitivos y conductuales derivados de la necesidad de adaptación que tenemos todas las personas.
Entre estas secuelas cognitivas y conductuales, podemos rescatar:
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La desatención selectiva y el aferramiento a prejuicios.
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La absolutización.
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La idealización y rigidez ideológica.
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El escepticismo evasivo.
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La defensa paranoide.
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Y, por último, el odio y deseo de venganza. ➡
Todos estos esquemas cognitivos y conductuales surgen y se configuran a partir de tres dinámicas adaptativas o de supervivencia:
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La inseguridad frente a nuestro propio destino.
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La carencia de propósito y de sentido en lo que tenemos que hacer.
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La necesidad de vinculación o pertenencia personal a algún grupo. 💡
De este macabro guiso de una guerra, emerge la necesidad de asumir, con responsabilidad, empatía y conciencia, la crucial tarea psicosocial de despolarización, desideologización y desmilitarización del país.
El pulpo del suicidio en Ucrania
¿Sabías que el suicidio es uno de los costes ocultos más graves de los 9 años de guerra en Ucrania?
A medida que la guerra en el este de Ucrania entra en su noveno año, y Rusia sigue avanzando en la invasión de sus fronteras, el país aún debe lidiar con el alto número de suicidios entre sus tropas y veteranos.
Y como psicóloga, no puedo evitar preocuparme y pensar en estos peajes silenciosos de cualquier conflicto bélico.
Lo sabemos de sobra… No sólo deberían importarnos los conflictos armados que ocurren a las puertas de nuestro hogar, de Europa en este caso, porque todas las guerras que ocurren por todo el mundo a diario generan dolor, sufrimiento y pérdida.
En cualquier caso, es difícil o inhumano mantenernos impasibles cuando otras personas sufren a nuestro alrededor. Fingir que no nos afecta sólo empeora las cosas.
Así que hoy, mientras pienso con nostalgia en las compañeras ucranianas que dejé en Alemania, sólo quiero invitaros a reflexionar…
Me gustaría invitaros a empatizar, a que os cuidéis y que nos cuidemos con responsabilidad las unas de las otras para evitar más dolor, más silencio, más irracionalidad, más suicidios.
Cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso, pero no finjamos que algo gravísimo está pasando a las puertas de nuestro hogar.
Tal y como nos recuerda Isabel Allende…
Nada hay tan temible como la violencia con impunidad, tal como se da siempre en tiempos de guerra.
Uno de nuestros sueños más ambiciosos es acabar con las guerras, pero hay demasiados intereses creados en torno a la industria de la guerra; vamos a necesitar un número crítico de personas dispuestas a convertir este sueño en realidad para inclinar la balanza hacia la paz.
Ahora imagina un mundo sin ejércitos, un mundo en que los recursos bélicos se emplean en el bienestar común, en que los conflictos se resuelvan en torno a una mesa de negociación y la misión de los soldados sea mantener el orden y promover la paz.
Cuando eso suceda habremos superado nuestra condición de Homo sapiens y daremos un salto evolutivo hacia el Contentus homo superior. 😀
Y no… no soy ninguna experta en geopolítica internacional, ni en nacionalismos y no quiero saber nada de estrategias militares, pero, haciéndonos eco de las heridas de la guerra de Ucrania, hoy más que nunca es un buen día para recuperar las palabras de Galeano sobre la irracionalidad de la guerra.
Las palabras de Galeano sobre la guerra
Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: Yo mato para robar.
Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia.
Y, si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero.
En Rey Lear, Shakespeare había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos…
Y cuatro siglos después, los amos del mundo son locos enamorados de la muerte que han convertido al mundo en un lugar donde cada minuto mueren de hambre o de enfermedad curable 10 niños.
Y cada minuto se gastan 3 millones de dólares, tres millones de dólares por minuto en la industria militar que es una fábrica de muerte.
Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas y los cinco países que manejan las naciones unidas, los que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas resultan ser también los cinco principales productores de armas.
Uno se pregunta: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de la guerra?
Es más…
¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que hemos nacido para el exterminio mutuo y que el exterminio mutuo es nuestro destino?
¿HASTA CUÁNDO?
*Eduardo Galeano reflexionando sobre las guerras.
Toda mi fuerza os empuja y os abraza, vecinos de Ucrania
Hasta aquí lo que quería compartir contigo hoy… mi sentir, mi desconcierto, mi preocupación, mi herida, mi dolor y mi solidaridad por todos los que sufren hoy la irracionalidad y la barbarie de una guerra en cualquier lugar del mundo.
Estés donde estés, te abrazo.
#EduardoGaleano #paz #Ucrania
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Soy Cristina Centeno, psicóloga y ahora «acanariada» feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. |
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