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¿Es posible encontrar equilibrio entre el deseo asociado a una meta y la paz interior?
El eterno dilema entre deseo y serenidad de «Elena»
En general, cuando estoy muy estresada, fantaseo con una escapada budista en la que pienso que me sentaría de lujo librarme de todo e irme a vivir a una isla desierta. Y, por otra parte, cuando estoy tremendamente aburrida y sin una meta, estoy deseando encontrar engancharnos a algún aliciente que me estimule o sacuda, ya sea una serie nueva en Netflix o un intenso romance, con pequeñas dosis de drama.
“Elena”, 51 años. Enfermera. Tenerife. |
«Elena», mi «consultante diamante», me lanzaba estas preguntas hace unas semanitas, en una de nuestras sesiones de coaching estratégico.
¿Qué le responderías tú a «Elena»?
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¿Crees que es posible encontrar ese equilbrio entre el deseo o el anhelo por acercarnos a un objetivo y la conservación de nuestra paz mental?
Un extremo: Si quieres paz mental, no desees nada y acepta todo
En un extremo del continuo, los budistas y algunos filósofos estoicos, epicúreos y estoicos probablemente nos dirían que no es posible. Ellos apelerían a la incompatibilidad entre deseo y paz interior y redundarían en la necesidad de no desear ni esperar nada más de lo que tenemos en este momento.
Estas escuelas filosóficas, en su intento de lograr la imperturbabilidad del alma o un ánimo sereno y calmado, apuntan a la necesidad de priorizar un estado de ataraxia, eliminando o suspendiendo, además de los juicios, los miedos y los conflictos, los deseos o anhelos personales.
El extremo opuesto: Si quieres llegar más lejos, conviértete en una buscadora o “deseadora” incansable
Probablemente todo el modelo occidental y nuestra vida actual está basada en desear, anhelar, ir más allá de lo que tenemos, pensar en el futuro e intentar conseguir metas. (Casi) todas y todos nos manejamos bajo este modelo imperante, ¿no crees?
El peaje que pagaríamos eso sí, sería tener menos paz interior.
Entonces…
- ¿Es malo tener metas o desear cosas (o personas)?
Cuanto más deseamos y más anhelamos una meta, más desasosiego podemos atravesar hasta que la conseguimos.
Es más fácil probablemente permanecer tranquilas y serenas, cuando no esperamos o cuando no tenemos expectativas cerradas sobre cómo deberían ser las cosas o nuestra vida, y nos centramos en fluir y agradecer todo lo que llega.
Estos dos tipos de fuerzas o tendencias de “buscadores” y de “aceptadores” definen al ser humano, y pueden ser igual de útiles, apetecibles y necesarias en diferentes momentos de nuestra vida.
La mayoría de las personas intentamos conjugar estas dos tendencias en función del momento que estamos viviendo, y esta opción de equilibrio puede ser la más razonable.
Habrá momentos en los que priorizaremos la búsqueda de paz interior y hay otras etapas en las que nos focalizaremos más en conseguir una meta determinada.
Lo más importante, seamos “buscadoras” o “aceptadoras” es que nos pongamos una oreja por dentro para decidir con coherencia qué necesitamos realmente y qué priorizamos en nuestra vida.
Por cierto… ¿Tú tiendes a ser más “buscadora” o “aceptadora – estoica”? ¿Priorizas más tu paz interior o el logro de tus metas?
Tener y perseguir metas es bueno y, por momentos, imprescindible
Es cierto que las metas pueden llegar a motivarnos y incentivarnos muchísimo.
Las metas nos hacen esforzarnos, aprender y crecer saliendo de nuestra zonita de comodidad y desarrollando competencias y fortalezas aletargadas y de las que no éramos plenamente conscientes.
Una buena meta puede sacar a la luz muchas cosas positivas de nuestro potencial
En el siguiente vídeo, te recuerdo muy brevemente las claves para fijar buenas metas que funcionan y te motivan:
El lado más oscuro de las metas es que, durante su persecución y logro también podrían aflorar nuestras áreas de mejora psicológica.
Esto ocurre así porque cuando nos volcamos demasiado en las metas, éstas se pueden volver en nuestra contra como “regalos envenenados”. ➡
En nuestra ambiciosa fiebre del “más siempre es más”, cuando no le vemos fin a la búsqueda, fijación y logro de metas o cuando nada nos parece lo suficientemente bueno, rozamos ya las barreras más tóxicas y neuróticas del perfeccionismo, la queja, la crítica y el inconformismo insaciables.
¿Crees que puedes sentir algún tipo de paz o serenidad cuando estás permanentemente disconforme o insatisfecha con todo lo que es tu vida?
Déjame decirte que esta combinación es completamente imposible: la disconformidad y la paz interior se excluyen mutuamente y se comportan como el agua y aceite.
Lo sabemos de sobra…
El perfeccionismo, la queja, la crítica y el inconformismo insaciables son disposiciones totalmente incompatibles con ningún tipo de paz interior o sosiego.
Buscar tu sosiego o tu paz interior también es bueno y, por momentos, más que imprescindible.
Ya hemos hablado de la cara oscura de la búsqueda de las metas: No podemos estar permanentemente en tensión, con el corazón acelerado, con el cortisol (nuestra hormona del estrés) fluyendo a toda mecha por nuestro cuerpo, con la adrenalina descontrolada y alocada…
Esto es así y debemos tener muy presente que perseguir metas supone, de alguna manera, una lucha. Y el precio de la evolución personal y social es la descarga y el desgaste asociado al funcionamiento de ese cóctel neuroquímico.
En cualquier caso, compruébalo en tu pellejo y luego me dices. ➡
Comprueba el impacto que tienen en tu cuerpo los momentos de búsqueda de metas y los tiempos de aceptación y serenidad
Haz una mini-prueba del impacto fisiológico de la búsqueda de metas en tu vida. Tira de tu Smartphone y de Apps como muletitas de apoyo.
Descarga, en primer lugar, una App que te facilite el seguimiento y el cuidado de la salud de tu corazón y de tu descanso nocturno.
Prueba a utilizar durante varios meses las siguientes Apps para medir tu ritmo cardíaco, vigilar tu presión arterial y monitorizar tu sueño:
Realiza un seguimiento de cómo va cambiando tu ritmo cardíaco y tu presión arterial a lo largo de 2 momentos de un día laborable: en pleno pico de trabajo a las 11.30 de la mañana y en tu momento sofá a las 21.30h, por ejemplo.
Registra también, de lunes a viernes, la calidad de tu descanso y tus ciclos de sueño (con o sin alarma para despertarte en el mejor momento).
Contrasta este seguimiento y la evolución de tus gráficos con tu ritmo cardíaco, tu presión arterial y la calidad de tu sueño durante un fin de semana con actividades y personas gratificantes.
Y, por último, prueba a realizar un seguimiento de estos valores de tu salud cardiovascular y la calidad de tu sueño durante tus vacaciones.
Aquí no valdría, por supuesto, controlar tu salud cardiovascular y la calidad de tu sueño pasando unas vacaciones de tensiones familiares. Hablamos de un remanso elegido por ti, para disfrutar a solas o en la mejor compañía posible 😉
Ya que no siempre está en nuestra mano tomarnos unas vacaciones, al menos con este seguimiento fisiológico sí que deberíamos plantearnos que, el hecho de estar compulsivamente anhelando y persiguiendo metas tiene efectos claros en nuestro cuerpo y nuestra salud.
¿Qué valores tiene tu pulso en tus “remansitos de guerrera”?
Es probable que según sacas la maleta de casa, comiences a bajar pulsaciones… y en modo playero, aún más.
¿Has pensado qué ocurre con tus metas durante tus tiempos de descanso: tus fines de semana y tus vacaciones? Tal vez la mayoría de tus metas se hayan quedado aparcadas en tu casa.
Lo normal es que en nuestros tiempos de descanso (físico – mental – social – emocional – creativo y sensorial), nuestras metas se queden relegadas a un segundo plano.
En ocasiones, será imprescindible, por tanto, bajar el ritmo, darle vacaciones a anhelos y metas y salir del campo de batalla.
Eso sí…
¡Cuidado también con convertirte en una “ameba”! 🙄
En la cara oculta del sosiego absoluto, nos encontramos el riesgo que corremos de estancarnos o de quedarnos atrapadas en una espiral de apatía, abulia o dificultad para afrontar cualquier reto vital.
Siguiendo la obra de Viktor Frankl, la ausencia de metas, retos y dificultades también podría llevarnos al hastío.
La gran enfermedad de nuestra época es la falta de rumbo, el hastío y la falta de sentido y finalidad. Víktor Frankl.
La solución ideal: quédate en un punto intermedio de equilibrio psicológico
Igual la clave la encontramos en ese punto del equilibrista en la cuerda floja del aurea mediocritas («dorado término medio», o «dorada medianía» o «moderación»).
Esta expresión dorada del “dorado término medio” apunta al intento de alcanzar un deseado punto medio entre los extremos; o un estado ideal alejado de cualquier exceso mediante la justa medida de los términos opuestos.
Desde esta perspectiva nos alejaríamos de cualquier fanatismo por la lucha compulsiva de las metas o el total atrincheramiento zen por preservar nuestro sosiego interior a cualquier precio. Y ya te adelanto que no es fácil.
Ni angustiadas ni apáticas
Ahora ya conocemos los extremos más disfuncionales a evitar del binomio – anhelo ansioso de metas vs serenidad que aletarga:
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No queremos quedarnos desgastadas y sin gasolina por nuestro propio motor interior insaciable de perseguir metas.
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Tampoco deseamos quedarnos atrapadas en la telaraña de la apatía la abulia que nos impide movilizarnos y mejorar.
De momento, cerraremos aquí este artículo. En el próximo mensaje embotellado de nuestro blog, compartiré contigo algunas claves para no morir en este intento por encontrar un equilibrio entre el deseo hacia nuestras metas y el apego a nuestro sosiego.
Y hasta aquí hemos llegado hablando del significado y el manejo de tus tiempos de persecución de metas vitales y los momentos para priorizar la paz o serenidad interior. Si crees que necesitas un apoyo específico extra, no te cortes y contacta conmigo para que pueda tenderte un puente estratégico extra.
¿Necesitas unas claves extra para lograr más equilibrio o serenidad?
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Creo firmemente que un psicólogo online puede ayudarte a mejorar la forma en la que manejas tus metas vitales.
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¡Un abrazo y hasta pronto!
Cris. Decideteycambia.
Soy Cristina Centeno, psicóloga y expatriada feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. |