Conoce las señales del síndrome de la ratita presumida

Descubre si padeces el síndrome de la ratita presumida

“¡Siempre termino tropezándome con la misma piedra con todos los hombres! No sé si sólo me atraen los “chicos malotes”, o tal vez yo los atraigo como un imán, pero siempre termino quemándome en unas relaciones difíciles y cargadas de toxicidad. Ya estoy harta de tanto Adonis que va saltando de relación en relación, en cuanto se cansa y le saca todo el jugo a una mujer”.

Tamara, 36 años.

La amarga queja de mi paciente Tamara me hace reflexionar sobre el sentido y las implicaciones, en nuestra vida sentimental, de padecer el síndrome de la ratita presumida.

Si te resuenan las palabritas de Tamara, no te pierdas ni una coma de nuestro artículo-cuento de hoy. ➡ 


20 de febrero: El día de los «buenos gatos» y la justicia social

El día 20 de febrero, por una parte, celebramos el día de los “buenos gatos” y conmemoramos también el día mundial de la Justicia Social, que abarca asuntos tan cruciales como la igualdad de género.

Al hilo de lo anterior, me gustaría cerrar este ciclo temático sobre las relaciones tóxicas frente a las relaciones medicina, con unas reflexiones extra muy conectadas con en el relato de mi querida Anita (Decídete: no alargues el final inevitable de tu relación), y su descripción de hombres con síndrome de Peter Pan y «hombres-gato».

El objetivo es que recuperemos el contenido de un conocidísimo relato infantil, para que todas y todos podamos tomar conciencia de la importancia de elegir bien a nuestras parejas.

En esta ocasión, quiero que reflexionemos sobre las (nefastas) decisiones sentimentales implicadas en un cuentito (real como tu misma vida y tus relaciones) que, seguramente, ya conoces: el cuento de la ratita presumida.

ratita decisiones

Lo que se esconde detrás de tu atracción y apuesta por los “hombres gato” y “canallitas”

¿Te acuerdas del cuento de la ratita presumida?

El cuentito dice algo así…

Había una vez una ratita (como tú o como yo) que era muy presumida. Estaba un día barriendo la puerta de su casa cuando se encontró con una moneda de oro. En cuanto la vio empezó a pensar lo que haría con ella:

– Podría comprarme unos caramelos… pero mejor no, porque me dolerá la barriga.

– También podría comprarme unos alfileres… no tampoco, porque podría pincharme…

¡Ay ya sé! Me compraré una preciosa cinta de seda roja y me haré con ella unos lacitos.

Y así lo hizo la ratita. Con su lacito rojo en la cabeza y su lazo en la colita, la ratita salió al balcón (¿de su casa o de Instagram?) para que todos la vieran.

Aún puedo recordar ecos de la canción infantil del cuentito: Así limpiaba, así, así… Así barría, así, así… (Vaya tela).

Mientras la ratita barría pletórica su balcón, apareció por ahí un burro:

Buenos días ratita, qué guapa estás.

– Muchas gracias señor burro – dijo la ratita con voz presumida.

– ¿Te quieres casar conmigo?

Así sin más… 🙄 

  • ¿Es lícito y razonable hacernos peticiones de matrimonio a lo loco y sin conocernos de nada?

  • ¿Los flechazos son un buen predictor de una relación de pareja saludable? 

– Depende. ¿Cómo harás por las noches?

Curiosa pregunta, ¿no te parece? ¿Qué tipo de información pretende recopilar nuestra ratita?

– ¡Hiooo, hiooo! – rebuznó el burrito. 

– Uy no no, que me asustarás. Dijo categórica la ratita. 

El burro se fue triste y cabizbajo y en ese momento llegó un gallo.

– Buenos días ratita. Hoy estás especialmente guapa, tanto que te tengo que pedir que te cases conmigo. ¿Aceptarás?

Otro de decisiones sentimentales rápidas.  

– Tal vez. ¿Y qué harás por las noches?

Poco original nuestra ratita con su cuestionario sentimental.

– ¡Kikirikíiii, kikirikíiiii! – dijo el gallo esforzándose por sonar bien.

– ¡Ah no! Con tu canto me despertarás.

Entonces llegó su vecino, un ratoncito que estaba enamorado de ella.

– ¡Buenos días vecina!

– Ah! ¡Hola, vecino! – dijo sin tan siquiera mirarle.

– Estás hoy muy bonita.

– Ya… gracias, pero no puedo entretenerme a hablar contigo, estoy muy ocupada.

El ratoncito se marchó de ahí abatido y entonces llegó el señor gato. 😡 

Déjame añadir que el señor gato tenía un porte altivo, elegante, seguro de sí mismo y, a la vez, algo misterioso y distante. ➡ 

Un gato, al que le encanta gustar y seducir, en acción… ¡Alerta, Don Juan a la vista!

– ¡Hola, ratita!

– ¡Hola, señor gato!

– Estás hoy deslumbrante. Dime, ¿querrías casarte conmigo?

Uno más de decisiones sentimentales impulsivas e irracionales.  

– No sé… ¿y cómo harás por las noches?

– ¡Miauu, miauu!, dijo el gato con un maullido muy dulce

– ¡Claro que sí, contigo me quiero casar! 🙄 

Mini-inciso en el cuento de la ratita presumida:

Una decisión sentimental que hace aguas por todas partes

  • ¿Llegó a sopesar nuestra ratita presumida todas las implicaciones de su decisión antes de darle el “sí” al gato?

  • ¿La ratita era plenamente consciente de que la esencia de los gatos es comerse ratitas?

  • ¿Simplemente ignoró esa parte o pretendía cambiar la esencia “canallesca” de su prometido felino?

Posible distorsión de filtrado y falacia de justicia de nuestra ratita presumida:

“Me han contado que los gatos suelen comerse ratitas, pero a mí no me pasará. Yo lograré cambiar su esencia, con mi cariño, mi paciencia…”

¡Y tu inconsciencia, pobre ratita!


Las consecuencias de una mala decisión sentimental

El día de antes de la boda el señor gato le dijo a la ratita que quería llevarla de picnic al bosque. Mientras el gato preparaba el fuego, la ratita cogió la cesta para poner la mesa y descubrió que la cesta estaba vacía…

-La ratita presumida exclamó: ¡Pero si no hay nada en la cesta! Y sólo hay un tenedor y un cuchillo… ¿Dónde estará la comida? 🙄 

Con todo el respeto: ¿No te dan ganas de darle una colleja a nuestra cándida ratita?

Too late… 

– ¡Aquííí! ¡Tú eres la comida: mi comida! dijo el gato abalanzándose sobre nuestra pobre ratita.

Éste podría ser el final del cuento para nuestra incauta ratita presumida

Afortunadamente, el ratoncito, que había sospechado de las intenciones del gato desde el primer momento, había seguido a la desigual parejita hasta el bosque.

Al oír la preocupante exclamación de la ratita y la intención “devora-ratitas” del gato, cogió un palo, le pegó fuego metiéndolo en la hoguera y se lo acercó a la cola del gato.

El gato salió despavorido gritando y así logró salvar a nuestra ratita. 

– Gracias ratoncito – dijo nuestra ratita presumida.

– De nada, ratita. ¿Te querrás casar ahora conmigo?

– ¿Y qué harás por las noches?

– ¿Yo? Dormir y callar ratita, dormir y callar.

Y la ratita y el ratoncito se casaron y fueron muy felices. ➡ 

Y colorín, colorado este cuento (tan poco feminista) se ha acabado… FIN.

Bueno, con tu permiso… Vamos a cambiar el final de la historia por algo más creativo, ¿te parece?

La ratita y el ratoncito construyeron una relación “medicina” y satisfactoria basada en valores igualitarios.

Bueno… La parte del bodorrio de los ratoncitos y las perdices de después son (casi) siempre una incógnita. De hecho, ¿por qué todo ese empeño de los protas del cuento por casarse? 🙄 


Moraleja Crispil del cuento de la ratita presumida

Sin duda el contenido de este cuento infantil dista bastante de una pedagogía igualitaria y feminista, sin embargo…

¿Alguna vez te has cruzado con un «lindo, pero peligroso gatito en tu vida»?

Es más…

¿Alguna vez te has cazado, en alguna red social o en Tinder, con tu lacito rojo bien plantado, esperando que te descubran, te validen y te conquisten?

Mucho cuidado con ese rol pasivo de espera que te puede cosificar y desempoderarte.

Ya sabes que me encanta Sabina. No obstante, podemos decir que él mismo, durante mucho tiempo, ha alimentado esa radiografía de «hombre canallita» en sus relaciones con las mujeres.

… Porque con muchos «hombres gato devora-ratitas» hay un antes, pero un difícil (y tormentoso) después. 

Precisamente, de gatos magnéticos y bastante canallescos, que terminan huyendo, nos hablan Benjamín Prado y Travis Birds en su: «19 días y 500 noches después»: una misma historia de amor y desamor entre posibles gato- ratita, con un cambio de voz y de protagonista.

A la hora de tomar una decisión sentimental que implica apostar por un hombre (atractivo, pero posiblemente algo tóxico, o ligeramente peligroso, o más misterioso de la cuenta o poco accesible a nivel emocional) acuérdate, por tanto, del cuento de la ratita presumida y de esta singular versión del amor y desamor sabinero.

Porque, probablemente, todas las pistas apuntan a que te encuentras ante un hombre (o persona) «gato» devora-ratitas. Necesitarás, por tanto, recopilar más datos objetivos antes de comprometer tu corazón en un tinglado gatuno y poco equilibrado. 💡 

En definitiva…

No necesitamos a ningún ratoncito que nos salve de las fauces de un gatazo, necesitamos salir del rol de «princesitas pasivas y expectantes» para elegir bien y relacionarnos con más poderío.

¿Estás de acuerdo?


Apuntes finales para que no repliques el cuentito de la ratita presumida

Y hasta aquí todo lo que quería contarte sobre (malas) decisiones sentimentales cuando nos empeñamos en apostar por “gatos” que nos alejan de las relaciones igualitarias, satisfactorias y “medicina”.

Ya sabes que soy amante de los gatos, pero, como bien explica mi amiga Anita, muchas veces nos sentimos atraídas y terminamos haciendo pactos con personas magnéticas (pero tóxicas), por esa carcasa de aparente seguridad, misterio y pose de conquista.

Una “máscara” que puede convertirse, en algunos casos, en desapego, indiferencia y frialdad “canallesca”.

Tristemente éste puede ser el germen de muchas relaciones de subordinación y dependencia emocional.

Tal vez nuestra ratita no fue la más rápida captando datos de «toxicidad» de su gatito.

No obstante, cuando llevamos puestas las gafas rositas de la «bruma de la pasión» es mucho más complicado recopilar datos y llegar a decisiones y coherentes coherentes.

Helen Fisher, en su inspiradora Ted Talk, nos facilita las claves para comprender mejor cómo es exactamente la química del cerebro enamorado bajo la bruma de la pasión.

Ahora ya lo sabes…

Bajo la bruma de la pasión, hay una región de tu cerebro que se activa igual que si experimentase un subidón de cocaína. En este marco de secuestro emocional, de corte romántico, ¿crees que es posible tomar decisiones sentimentales eficaces y coherentes? Muy difícilmente.

Precisamente los «gatos» son expertos en estimular ese centro de gratificación de tu cerebro una y otra vez, activando el mecanismo del refuerzo positivo aleatorio e intermitente tan típico de las relaciones de subordinación.

En este tipo de relación ambivalente no sabes ni cuándo ni cómo te llegará la galletita de placer y de refuerzo positivo, porque la dosis de premioscastigos – reparaciones (los picos de la montaña rusa, con posibles rupturas y reconciliaciones fogosas) suele estar mezclada caprichosamente. 

Y lo peor de todo…

Esta dinámica del amor mal entendido (y con las personas inadecuadas) suele dejarte una resaca sentimental terrible. 

¿A ti también te ha pasado alguna vez?

  • ¿Has sentido, alguna vez, un subidón similar que luego te ha dejado una especie de resaca emocional, por la intensidad descontrolada de una historia de amor demasiado tormentosa?

Y aún tengo una última pregunta para tu reflexión:

  • ¿Te has cazado tomando decisiones precipitadas bajo los efectos del deslumbramiento inicial de la pasión? ➡ 

Mucho cuidado, por tanto, con estos “gatos devora-ratitas”. Hombres: impredecibles, que dan zarpazos y terminan comiéndose a ratitas presumidas.

La próxima vez que te cruces con un hombre que te recuerde al relato de la ratita presumida (o al prota de la canción de 19 días y 500 noches después), hazte un favor y ¡HUYE!

No te quedes a comprobar cómo se cumple la triste predicción del «gato devora-ratitas». 

Los gatos pueden darnos una relación tipo montaña rusa, pero yo prefiero quitarme el lazo rojo y construir una relación más serena y «de igual a igual», con un ratoncito compatible con mis valores. 

Claves del mejor antídoto para salir del secuestro emocional

  • Seguir recopilando datos

  • Quitarnos las gafitas rosas de la bruma de la pasión para ver y analizar con más objetividad.

  • Hacer un análisis costes – beneficios del vínculo que queremos construir (con unas líneas rojas bien claritas). 

Ya lo sabes…

El mejor antídoto frente a los “gatos devora-ratitas”: más autoestima y poderío personal.

 

No me cansaré de repetirlo: apuesta hoy y siempre por ti y por relaciones medicina.

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Creo firmemente que un psicólogo puede ayudarte a mejorar la forma en la que eliges y te relacionas con tus compañeros de viaje, para obtener más satisfacción y amor por el camino.

Si te has cruzado con algún «gato«, que te ha dejado zarpazos por el camino, deja que te tienda un puente extra. Es muy fácil… 

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¡Un abrazo y hasta pronto!

Cris. Decideteycambia.

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Soy Cristina Centeno, psicóloga y «acanariada» feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar.

 

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