Lucha contra el insomnio: testimonio de paciente

Antecedentes de un problema de insomnio

Estoy muy peleada con mi sueño desde hace tiempo y, en los últimos 8 meses, mi problema de insomnio ha empeorado.

Estos últimos meses he tenido noches larguísimas, veladas infinitas… Y no por andar de fiesta, ni de parranda, ni mucho menos.

Llevo arrastrando un insomnio tan brutal que he llegado a crearme una lista personalizada de pasatiempos para las madrugadas, con el fin de afrontar mi desesperación. Empiezo a pensar con resignación que lo mío ya no tiene solución, de hecho.

Todo comenzó con dos noches de insomnio aisladas que no me sorprendieron mucho. Estaba preocupada por ciertos temas laborales, así que había motivos para alterar mi sueño. Ya me había pasado en otras ocasiones.

La siguiente semana, el insomnio se repitió, y, al visualizarme en la cama pasando veladas larguísimas, comencé a sentir angustia y miedo.

Al principio, el insomnio llegaba en las madrugadas con despertares repentinos a las 4 horas de haberme acostado y ya después no podía conciliar el sueño. En las noches malas, malas, me acostumbré a dormir solo 2 o 3 horas.

Es como si no les diera permiso a mi mente y mi cuerpo para descansar durante la noche.

Al poco tiempo, lo de conciliar el sueño también se convirtió en tarea imposible. El problema empezó a traumarme y a agotarme física y mentalmente.

Irme a la cama es como subirme al ring de boxeo, pero el insomnio siempre gana la pelea.

Ahora me da miedo tanto no poder quedarme dormida como despertarme en las madrugadas, cuando el sol aún ni se asoma y mi cerebro ya se pone en acción.

La peli de terror del insomnio combina con las matemáticas de las horas de sueño y la anticipación ansiosa

La escena se ha repetido tantas veces que me parece una secuencia de peli… Yo despertando, angustiada con taquicardias, viendo la oscuridad de mi cuarto, sintiendo pánico de ver el reloj y contar las horas que transcurren desde que reviso el móvil por última vez.

Me prometo no ver más el móvil, pero lo primero que hago es ver el reloj y contar las horas que duermo y el tiempo que queda hasta que suene el despertador.

Ya anticipo con ansiedad que no voy a poder pegar ojo durante la noche y me llevo a la cama todo el estrés y las cosas sin gestionar del día. Durante las noches en blanco mi cerebro se pone a mil y me asaltan todo tipo de preocupaciones y de tareas del día siguiente.

En mis peores noches se combinan taquicardias en las madrugadas, pesadillas, ataques de pánico nocturnos, uno o dos episodios de falta de aire entre sueño que me obliga a despertar y que me dejan toda la angustia dentro del cuerpo.

Reconozco que, en general, no una higiene de sueño clara y que los fines de semana me dejo llevar por la anarquía de horarios y ritmos. De hecho, los domingos es el día que peor descanso de toda la semana.

Si nos obsesionamos, nuestras dificultades iniciales de insomnio se complican

Y claro, si nos obsesionamos, las cosas empeoran en menos tiempo de lo que imaginamos… Es aquello de no pienses en un elefante rosa

Yo sé que ponerle foco a mi dificultad no va a resolver el asunto, pero al poco tiempo ya era presa de mi miedo a no dormir bien y no tardé en obsesionarme con el asunto, probando mil intentos de solución diferentes…

Entre mis intentos de solución, creo que los he probado absolutamente todos… aromaterapia, velas, cremas, aceites esenciales, asanas de yoga, musicoterapia, ejercicio físico, píldoras de melatonina, infusiones varias, leche tibia con miel antes de dormir…

¿Qué impacto tiene el insomnio en nuestra salud general y en nuestras vidas?

Después de una noche toledana, al día siguiente me levanto como zombi con resaca, cansadísima, estresadísima y amargadísima.

En ese estado, todo se vuelve gris y cuesta horrores mantenerme productiva y enfocada en lo que hago… sólo fantaseo con pillar la cama y recuperar el sueño perdido.

El insomnio… una dificultad demasiado normalizada

La pena es que, en el trabajo, no podemos excusarnos o justificarnos por enfermedad cuando hemos pasado una mala noche.

Mi estado emocional, ha pasado de ser malo a pésimo… Me noto más inestable, más irritable, más negativa de lo habitual e, incluso, tengo más conflictos en mis relaciones laborales y familiares.

He llegado a estar tan desesperada que, hace dos meses, me planté de urgencias en mi centro de atención primaria con la esperanza de que me diera “las pastillas mágicas”.

Los primeros días la cosa parecía mejorar, pero la magia de las “pastillitas” tampoco duró mucho.

Al poco tiempo descubrí que mi ansiedad y mi insomnio eran resistentes. Tan pronto me daba cuenta, me despertaba entre horas y tenía insomnio en la madrugada.

En poco tiempo me elevaron la dosis, pero eso tampoco funcionó. Incluso en mis días de estrés, dormía igual de mal que aquellas noches en las que no tomaba el ansiolítico.

El primer paso para mejorar es reconocer que necesitamos ayuda para superar la dificultad de insomnio

¡Llega un momento en el que decimos: ni una noche más… yo sola no sé o no puedo con esta losa del insomnio!

Acepté que el problema se me había ido de las manos y que si intentaba seguir resolviéndolo sola iba a terminar fatal.

Llamé a Cris en ese momento de desesperación, al ser consciente de que cada día estaba empeorando.

Juntas nos pusimos manos a la obra en el itinerario terapéutico. Ya adelanto que no ha sido un camino sencillo, en absoluto.

Tristemente, menos de un tercio de las personas con problemas de sueño busca ayuda profesional.

ESTE RELATO CONTINUARÁ…

«Estela”, 32 años. Educadora. Tenerife.

Soy Cristina Centeno, psicóloga y “acanariada” feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía. Te apoyo para tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. 

¿Estás lista para liderar la vida que realmente quieres y mereces?