Más resiliencia, ¿cuál es su significado real? ¡Apunta!

Muchas personas hablan sobre la resiliencia, pero ¿sabrán lo que significa y como se utiliza?

Nos encontramos en un momento sociosanitario único plagadito de nuevos retos y dificultades. Lamentablemente, no todos sabemos cómo surfearlas. Veamos qué significa y cómo se desmenuza en la práctica el concepto de resiliencia, dándole continuidad a nuestro último post sobre este fascinante constructo psicológico.

Un breve recordatorio de su origen

Se trata de un término cada vez más estudiado y utilizado en psicoterapia, sin embargo, no estamos hablando de un concepto nuevo. La palabra resiliencia, etimológicamente hablando, viene del latín resilio que significa “volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar”.

El término se usaba en la física para referirse a la capacidad (la resistencia o aguante) que tienen ciertos materiales de volver a su estado original, después de sufrir un impacto o esfuerzo brusco.

Posteriormente, se empezó a utilizar el término en psicología para referirnos a la capacidad de algunas personas para sobreponerse a situaciones difíciles y periodos de dolor emocional.

En psicología la resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos no sólo de superar las circunstancias adversas, sino de adaptarnos positivamente a ellas y de salir transformados y fortalecidos.

Como puedes ver, ser resiliente es mucho más que superar las circunstancias adversas, ya que implica trascender esa situación de dificultad o sufrimiento.

significado de la resiliencia

¿Qué se esconde detrás de la resiliencia?

La resiliencia distingue, por tanto, dos componentes de cicatrización y regeneración:

  • Nuestra resistencia frente a la destrucción; es decir, nuestra capacidad para defender la propia integridad bajo situaciones de estrés o presión.
  • Nuestra capacidad para construir conductas y hábitos positivos, vitales y útiles, a pesar de las circunstancias.

*Imagen de GeorgeB2 en Pixabay

En definitiva, ser resiliente implica un proceso de aceptación y de integración de ese sufrimiento para luego poder trascenderlo.

Cuando una persona o grupo tiene esta capacidad de cicatrizar y regenerar un trauma, decimos que esa persona o grupo es resiliente. Afirmamos que cuenta con la entereza y los recursos internos suficientes para sobreponerse a contratiempos e, incluso, para fortalecerse durante el tiempo que dure esta situación.

Ahora ya sabemos que ser resiliente no es sólo una capacidad individual. Implica también a grupos, familias, comunidades e instituciones; como parte de la solución y de la movilización de recursos para afrontar las situaciones críticas.

Decimos que una sociedad es resiliente cuando se mantiene unida, cooperando todos “codo con codo” para el bien común, cuando se respeta mutuamente y se cohesiona y solidariza.

¿Crees que nuestra sociedad aprueba o suspende en resiliencia?

¿Nacemos o nos hacemos resilientes?

Quiero hacer hincapié, una vez más, en que «ser resiliente» no es algo extraordinario, tampoco significa que las personas no sufran ni sientan dolor, presión o estrés.

De hecho, el camino hacia la resiliencia está plagado de circunstancias y conflictos que pueden alterar nuestro estado de ánimo y generarnos mucho sufrimiento.

La clave está en saber sobreponernos ante estas situaciones, hacernos cargo de nuestro dolor emocional, obtener una enseñanza positiva y transformar una realidad dura en una posibilidad de vida nueva.

Más recientemente, la neuropsiquiatra Rafaela Santos, presidenta del Instituto Español de Resiliencia indica que…

Debemos entender el desarrollo de la resiliencia como la capacidad de saber afrontar las adversidades de la vida y fortalecerse; no solamente resistir, aguantar, sufrir, …, sino aprender que forman parte de la vida”.

¿Has trabajado últimamente tu músculo de la resiliencia?

La resiliencia no suele venir en el pack de regalo con tu nacimiento, sino que tienes que trabajar para desarrollarla.

guia decisiones

Se trata de una competencia psicológica que aprendemos en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, y que nos demanda entrenar y movilizar habilidades psicoemocionales importantes, y seguir una serie de pasos.

Según Cyrulnik, por ejemplo, debemos aspirar a “tricotar” la resiliencia.

Esta competencia se aprendería; por tanto, en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, y que nos compromete a asumir una serie de decisiones y acciones.

Todo apunta a que una buena combinación de ingredientes personales y sociales contribuye a desarrollarla.

resiliencia2

Si queremos aprender sobre cómo ser más resilientes, detengámonos brevemente para desglosar qué elementos debemos cuidar y entrenar para ganar en robustez psicológica. No te pierdas mi próximo post sobre los ingredientes de la resistencia psicológica, con algunos ejemplos de vida e inspiración.

Mientras tanto, te pregunto: ¿crees que las sociedades de hoy están preparadas para los cambios y «melocotonazos» actuales?

Si tu respuesta es negativa, ¿cómo crees que pueden mejorar? Estas son preguntas de responsabilidad individual y social, que, nos planteamos con frecuencia, pero que muy pocas veces respondemos.

Ya te adelanto que la crítica, la queja y el victimismo no forman parte de la ruta de navegación hacia la mejora personal y social. Reflexionar al respecto es una buena forma de comenzar a trabajar tu músculo de resiliencia.

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¡Un abrazo y hasta pronto!

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