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El impacto de la preocupación excesiva en nuestra vida y nuestra salud
Retomando el contenido de uno de nuestros últimos artículos «Preocuparse u ocuparse: 4 diferencias psicológicas«, hoy hablaremos sobre el impacto de la preocupación excesiva en nuestra salud y nuestras vidas.
¿Recuerdas el caso de mi paciente “Nuria” y su relato relacionado con la preocupación excesiva?
https://cristinacenteno.com/preocuparse-u-ocuparse-4-diferencias-psicologicas/
El caso de “Nuria”: los efectos de la preocupación excesiva en nuestra salud y nuestra vida
Preocuparme sobre distintos asuntos es algo que se escapa totalmente de mi control y me siento indefensa cuando paso la noche en vela. Y al día siguiente es aún peor: me siento más nerviosa, despistada, agotada e irritable de lo habitual. La preocupación baja mi productividad y me fatiga…Y ahí no acaba la cosa… En mis peores de más inquietud y preocupación, se me instala un dolor de cabeza de campeonato y tengo pésimas digestiones. “Nuria”, 31 años. Profesora en Tenerife. |
¿También tiendes a preocuparte en exceso? ¿Eres de naturaleza “preocupacionista”?
¡Cuidado! La preocupación excesiva y constante puede enfermarte.
¿Podemos enfermar por la ansiedad y la preocupación?
Sabemos de sobra que nuestra mente tiene un gran poder sobre nuestro cuerpo; llegando incluso a causar enfermedades.
Tal y como le ocurre a mi paciente “Nuria, si no duermes preocupada por un tema, por una dificultad a gestionar… esta rumiación puede provocarte dolores de cabeza, molestias estomacales y problemas musculares, por ejemplo.
Lo hemos visto en deportistas de primer nivel que han llegado a confesar cómo las lesiones deportivas llegaban de manera constante cuando su mente no estaba bien, cuando la ansiedad se había apoderado de todas sus reacciones.
Y, ¿cómo nos afecta la preocupación al resto de los mortales? Exactamente igual.
No es fácil establecer correlaciones exactas entre la preocupación y las derivaciones concretas en nuestro cuerpo, porque a cada persona puede afectarnos de manera diferente.
En cualquier caso, sabemos que el estrés, los ataques de pánico, las preocupaciones constantes, causan problemas físicos de muy diversa índole.
¿Cómo funciona el círculo vicioso de la preocupación?
La preocupación constante hace que comas mal, que no duermas bien, que estés alterada constantemente, que no tengas buenas relaciones de pareja y familiares…
En Estados Unidos, 40 millones de personas padecen ansiedad, según Web Med, que pueden llegar a ser imposibilitar el desarrollo normal del trabajo… Y esta dificultad laboral puede convertirse en un círculo perverso que condiciona nuestros ingresos, el aumento de nuestra ansiedad y el deterioro progresivo de nuestra salud.
Efectos de la preocupación excesiva en el cuerpo
Hay pruebas sólidas que indican que nuestra preocupación forma parte de un sistema complejo que involucra a nuestro nivel estrés y a nuestras emociones más perturbadoras, comprometiendo así nuestra función inmunológica, y aumentando el riesgo de padecer una enfermedad física.
Cuanto más te preocupas, peor responde tu cuerpo
Y también debo decirte que preocuparte aumenta la duración total del efecto de «desgaste» que tiene el estrés en tu cuerpo.
Esta correlación preocupación – estrés – desgaste inmunológico aumenta la cantidad de tiempo que nuestro cuerpo está bombeando hormonas del estrés como el cortisol, y daña nuestras respuestas inmunológicas.
De hecho, si eres “preocupacionista” y te estresas de más, tienes más probabilidades de precipitar y alargar los síntomas de un resfriado o, si nos ponemos más serias, de una enfermedad coronaria, por ejemplo.
En una investigación relacionada con los atentados del 11 de septiembre, Verkuil, Brosschot y Thayer encontraron que las preocupaciones sobre el terrorismo hicieron que los efectos estresantes del 11 de septiembre continuaran mucho más allá de esa fecha, ejerciendo una presión prolongada sobre el sistema inmunológico y la salud física de las personas.
Problemas físicos y problemas mentales de la preocupación excesiva
La preocupación crónica y el estrés emocional pueden desencadenar una serie de problemas de salud. El problema aparece cuando, por una preocupación y ansiedad excesivas, se activa a diario el mecanismo de lucha o de huida.
La respuesta hace que el sistema nervioso simpático de nuestro cuerpo libere hormonas del estrés como el cortisol. Estas hormonas pueden aumentar los niveles de azúcar en la sangre y los triglicéridos (grasas en la sangre) que nuestro cuerpo puede usar como combustible.
Reacciones físicas ante la preocupación excesiva
- Respiración rápida
- Boca seca
- Latidos cardíacos acelerados
- Transpiración y sudoración excesiva
- Dificultad para respirar
- Temblor y espasmos
- Fatiga
- Tensión muscular
- Energía nerviosa
- Dificultad para tragar
- Mareo
- Dolores de cabeza
- Incapacidad para concentrarnos
- Irritabilidad
- Dolores musculares
- Náuseas
A estas reacciones de nuestro cuerpo, podemos añadir otras secuelas de la preocupación que pueden llegar a ser más graves, porque, cuando no usamos el combustible excesivo en nuestra sangre para afrontar actividades físicas, la ansiedad crónica y el flujo de hormonas del estrés pueden derivar en graves consecuencias físicas…
Consecuencias más graves de la ansiedad y la preocupación
Entre los efectos más graves de la ansiedad y la preocupación excesiva en nuestro cuerpo podemos rescatar:
- La supresión de nuestro sistema inmune.
- Desórdenes digestivos.
- Tensión muscular intensa.
- Pérdida de memoria a corto plazo. Enfermedad coronaria prematura.
- Infarto de miocardio…
Todos estos síntomas deberían hacernos repensar el sentido y el impacto de la preocupación excesiva en nuestro cuerpo y nuestra vida, ¿no crees?
¿Nos compensa preocuparnos? La preocupación excesiva nunca nos compensa, ¡prueba a descatastrofizar! ➡
La preocupación excesiva implica catastrofizar y enredarnos «pequeñeces»
Si lo piensas bien, la mayoría de nuestras preocupaciones modernas implican catastrofizar nuestros problemas del día a día (demandas irritantes, frustrantes y angustiosas típicas de nuestras relaciones con el mundo: un atasco de tráfico, perder cosas, el mal tiempo, las discusiones con la gente que nos rodea, las decepciones o frustraciones y ¡la falta de sueño!…
Nos enredamos en estas pequeñeces del 25% diario con las “gafas de mosca” bien calzadas y hasta convertir las circunstancias diarias a gestionar en factores estresantes.
Las mayoría de las personas “preocupacionistas” a menudo se preocupan por los efectos de las molestias diarias o por tener que enfrentarse a problemas futuros y, principalmente, sobredimensionan la gravedad de cualquier contrariedad.
Pero… ¿hay esperanza para el “preocupacionismo” que nos enferma? Por supuesto.
Déjate ayudar para superar la preocupación excesiva
¿Cómo superar la preocupación excesiva?
Desde la psicología tenemos claro que después de alguna experiencia vital estresante (como un duelo, una enfermedad grave, una crisis de pareja, estar en paro o tener problemas económicos, por ejemplo), podemos amortiguar sus efectos de desgaste, brindando intervenciones de reestructuración, aceptación y compromiso de lo que ES para nuestra preocupación catastrófica.
Una intervención rápida y eficaz, después de algún trauma que amenaza nuestra vida, puede amortiguar o eliminar cualquier episodio o síntoma de estrés agudo o postraumático estrés.
Nuestro objetivo implica, por tanto, evitar y reestructurar la preocupación crónica y los factores estresantes de base para que no se conviertan en esa “criptonita cognitiva” que desgasta nuestra salud física a largo plazo.
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Sigue atenta a las novedades del blog Decídete ya y cambia, porque en nuestros próximos artículos abordaremos las mejores estrategias para superar y darle carpetazo final a la preocupación excesiva.
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¡Un abrazo enorme y hasta pronto!
Cris. Decideteycambia.
Soy Cristina Centeno, psicóloga y ahora «acanariada» feliz. Te muestro claves de psicología y coaching que te ayudarán a soltar lastres, a zambullirte con humor y confianza en la incertidumbre, a liberarte de tus miedos y tu apatía, a tener más claridad, firmeza y autenticidad a la hora de decidir y cambiar. |
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